Durante varios días me he topado con árboles llenos de estos frutos secos que tienen forma de una hélice y el peso que los hace caer en forma de tirabuzón es su semilla. ¿Qué hace la gente que no los saca y los tira de a puñados al cielo?
Qué ganas de subir al balcón y hacerlos caer de uno, dos, tres, uno, cuatro, varios...
Quizás cuando ya lleguen al suelo mi cabeza no estará embobada en otras cosas más que en el bello giro de estas hélices de la naturaleza.
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