Decidí caminar...

Me despido de Jano y me recuerda que sería grato juntarnos a conversar con el cumpleañero también, sin tantas personas rodeándole. Antes de que den mi verde, él pasa en un taxi hacia el poniente. Miro en frente y escribo: "decidí caminar".

Camino por Providencia y paso bajo el edificio aquel que no deseo recordar y cruzo frente al Kika, inicio mi camino por Lota.

Lota me espera con su iglesia luterana y me empuja hacia Los leones. El frío viene desde mi garganta, me duele un poco y pienso en mis pastillas sabor miel.

Segunda vez que camino tanto por Los leones, sus veredas sin cables colgando son tan abiertas. Las Hortensias ya no es mi destino, pero sí una de sus antiguas habitantes. Olvido ver el edificio de energía renovable. La garúa es más contundente y se siente helado el rostro al caminar

Bilbao se hace más largo de lo que pensaba, pero me gusta lo iluminado que está.

Camino por Amapolas y recuerdo el exquisito sabor de la torta. Un ciclista pasa muy rápido junto a mí, ni de reojos me mira. Tres adolescentes mienten por teléfono a sus padres, él dice fuerte un cruce de calles que no corresponde al que compartimos. Él no sabe que su voz lo delata, no sabe que mentir es dañino. De hecho faltan cuadras para Coventry.

A lo lejos se ven las torres plantadas entre las casas. Qué ganas de llegar por un té!

Cruzo desconfiado Montenegro, ese apellido me inspira la perfidia de la mentira en la cúspide del corazón.

Pienso en Daniel.

Amapolas se vuelve Amapolas INT (erior)... sigo pensando en la torta.

Hace cuatro cuadras lo escuché, recién llego a Coventry. Me parece más oscuro que en el día.

Un auto frena como las películas, puesto que no advierte el lomo de toro. La cabina encendida, pero sin cuidador. Emilia Tellez me recibe con los brazos abiertos.

Llego al edificio y el conserje duda de mí.